y el Señor accedió a los ruegos de Moisés: apartó los tábanos del faraón, de sus funcionarios y de su pueblo. No quedó un solo tábano.
Si no lo dejas ir, enviaré enjambres de tábanos sobre ti y sobre tus funcionarios, sobre tu pueblo y sobre tus casas. Todas las casas egipcias, y aun el suelo que pisan, se llenarán de tábanos.
Así que Moisés salió y rogó al Señor,
Pero una vez más el faraón endureció su corazón y no dejó que el pueblo se fuera.
Pero todos se han descarriado; a una se han corrompido. No hay nadie que haga lo bueno; ¡no hay uno solo!
Aunque al malvado se le tenga compasión, no aprende lo que es justicia; en tierra de rectitud actúa con iniquidad y no reconoce la majestad del Señor.