Los descendientes de Jacob serán fuego y los de José, llama; pero la casa real de Esaú será paja: le pondrán fuego y la consumirán de tal forma que no quedará sobreviviente entre los descendientes de Esaú». El Señor lo ha dicho.
Al saltar sobre las cumbres de los montes, producen un estruendo como el de carros de guerra, como el crepitar del fuego al consumir la hojarasca. ¡Son como un ejército poderoso en formación de batalla!
¡Míralos! Son como la paja y el fuego los consumirá. Ni a sí mismos pueden salvarse del poder de las llamas. Aquí no hay brasas para calentarse ni fuego para sentarse ante él.
Por eso, así como las lenguas de fuego devoran la paja y el pasto seco se consume en las llamas, su raíz se pudrirá y, como el polvo, se disipará su flor. Porque han rechazado la Ley del Señor de los Ejércitos y han desdeñado la palabra del Santo de Israel.