«¡Cuidado! ¡Vengo como un ladrón! Dichoso el que se mantenga despierto, con su ropa a la mano, no sea que ande desnudo y sufra vergüenza por su desnudez».
Habitantes de Safir, emigren desnudos y humillados. Los habitantes de Zanán no se atrevieron a salir. Bet Ésel está gimiendo, y va a retirarles su apoyo.
De lo contrario, la desnudaré por completo; la dejaré como el día en que nació. La pondré como un desierto: la convertiré en tierra seca y la mataré de sed.
Del polvo de la tierra se levantarán las multitudes de los que duermen, algunos de ellos para vida eterna; pero otros para quedar en la vergüenza y el desprecio eternos.
Cuando yo te perdone por todo lo que has hecho, tú te acordarás de tu maldad, te avergonzarás y en tu humillación no volverás a jactarte, afirma el Señor y Dios”».
Después de buscar consejo, el rey hizo dos becerros de oro y dijo al pueblo: «¡Israelitas, no es necesario que sigan subiendo a Jerusalén! Aquí están sus dioses, que los sacaron de Egipto».
Me dirigiré a los líderes y les hablaré; porque ellos sí conocen el camino del Señor y las demandas de su Dios». Pero ellos también quebrantaron el yugo y rompieron las ataduras.