Dicho esto, Jetro presentó a Dios un holocausto y otros sacrificios, y Aarón y todos los jefes de Israel se sentaron a comer con el suegro de Moisés en presencia de Dios.
Los nobles mandan por agua a sus siervos y estos van a las cisternas, pero no la encuentran. Decepcionados y confundidos, vuelven con sus cántaros vacíos y con la cabeza cubierta.
Los oficiales no supieron a dónde fui ni qué hice, porque hasta entonces no había dicho nada a ningún judío: ni a los sacerdotes, ni a los nobles, ni a los gobernadores ni a los que estaban trabajando en la obra.
Acto seguido, Joyadá, acompañado de los comandantes, los nobles, los gobernadores y todo el pueblo, llevó al rey desde el Templo del Señor hasta el palacio real, pasando por la puerta superior y sentó a Joás en el trono real.
Entonces, en la presencia del Señor su Dios, ustedes y sus familias comerán y se regocijarán por los logros de su trabajo, porque el Señor su Dios los habrá bendecido.
El Señor dijo a Moisés: «Sube al monte y preséntate ante mí, junto con Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los jefes de Israel. Ellos podrán adorar a cierta distancia,