»No opriman al extranjero, pues ya lo han experimentado en carne propia: ustedes mismos fueron extranjeros en Egipto.
«Maldito sea quien viole los derechos del extranjero, del huérfano o de la viuda». Y todo el pueblo dirá: «¡Amén!».
»No maltrates ni oprimas a los extranjeros, pues también tú y tu pueblo fueron extranjeros en Egipto.
¿No debías tú también haberte compadecido de tu compañero, así como yo me compadecí de ti?”.
Tratan con desprecio a su padre y a su madre, oprimen al extranjero, explotan al huérfano y a la viuda.
Matan a las viudas y a los extranjeros; a los huérfanos los asesinan.
Así mismo deben mostrar amor por los extranjeros, porque también ustedes fueron extranjeros en Egipto.
Pero si después de uno o dos días el esclavo se recupera, el agresor no será castigado porque el esclavo era de su propiedad.
»Cuando algún extranjero se establezca en el país de ustedes, no lo traten mal.
No aborrecerás al edomita, pues es tu hermano. Tampoco aborrecerás al egipcio, porque viviste en su país como extranjero.
Los terratenientes roban y extorsionan a la gente, explotan al indigente y al pobre, y maltratan injustamente al extranjero.
»Todo el que ofrezca sacrificios a otros dioses, en vez de ofrecérselos al Señor, será condenado a muerte.