Todos en Egipto se levantaron esa noche, lo mismo el faraón que sus funcionarios, y hubo grandes lamentos en el país. No había una sola casa egipcia donde no hubiera algún muerto.
En todo Egipto habrá grandes lamentos, como no los ha habido ni volverá a haberlos.
Se escucharán lamentos en todos los viñedos cuando yo pase en medio de ti», dice el Señor.
porque habrá un juicio sin compasión para el que actúe sin compasión. ¡La compasión triunfa en el juicio!
A medianoche se oyó un grito: “¡Ahí viene el novio! ¡Salgan a recibirlo!”.
Quien cierra sus oídos al clamor del pobre llorará también sin que nadie le responda.
Los que no murieron fueron azotados por tumores, de modo que los gritos de la ciudad llegaban hasta el cielo.
Dio rienda suelta a su enojo y no los libró de la muerte, sino que los entregó a la plaga.
Una plaga mortal lo precede y una epidemia sigue sus pasos.
—Que el Señor los acompañe —repuso el faraón—, ¡si es que yo dejo que se vayan con sus mujeres y sus hijos! ¡Claramente se ven sus malas intenciones!