Y a los ángeles que no mantuvieron su posición de autoridad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene perpetuamente encarcelados en oscuridad para el juicio del gran día.
En pleno día andarás a tientas como ciego en la oscuridad. Fracasarás en todo lo que hagas; día tras día serás oprimido; te robarán y no habrá nadie que te socorra.
Entonces el Señor dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que en todo Egipto caiga granizo sobre la gente y los animales, y sobre todo lo que crece en el campo».
Son violentas olas del mar que arrojan la espuma de sus actos vergonzosos. Son estrellas fugaces para quienes está reservada eternamente la más densa oscuridad.
El cuarto ángel tocó su trompeta y fue asolada la tercera parte del sol, de la luna y de las estrellas, de modo que se oscureció la tercera parte de ellos. Así quedó sin luz la tercera parte del día y la tercera parte de la noche.
Dijo también el Señor a Moisés: «Dile a Aarón que tome su vara y extienda el brazo sobre las aguas de Egipto, para que se conviertan en sangre sus ríos y canales, sus lagunas y depósitos de agua. Habrá sangre por todo el territorio de Egipto, ¡hasta en las vasijas de madera y de piedra!».
¿Acaso hay un dios que haya intentado entrar en una nación y tomarla para sí mediante pruebas, señales, milagros, guerras, actos portentosos y gran despliegue de fuerza y de poder, como lo hizo por ti el Señor tu Dios en Egipto, ante tus propios ojos?