Es mejor la reprensión de sabios que el canto de necios.
Que cuando el justo me castigue, sea una muestra de amor; que su reprensión sea bálsamo que mi cabeza no rechace, pues mi oración siempre está en contra de las malas obras.
»Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete.
El que desprecia la disciplina sufre pobreza y deshonra; el que atiende la corrección recibe grandes honores.
Más confiable es el amigo que hiere que los abundantes besos del enemigo.
Penetra más un regaño en el hombre prudente que cien latigazos en el obstinado.
Quien se burla de la instrucción tendrá su merecido; quien respeta el mandamiento tendrá su recompensa.
No reprendas al insolente, no sea que acabe por odiarte; reprende al sabio y te amará.
Los que se sientan a la puerta murmuran contra mí; los borrachos me dedican parodias.
El mandamiento es una lámpara, la enseñanza es una luz y la disciplina es el camino a la vida.
Como anillo o collar de oro fino son los regaños del sabio en oídos atentos.
El sabio tiene presente la muerte; el necio solo piensa en la diversión.
Más se atiende a las palabras tranquilas de los sabios que a los gritos del jefe de los necios.
Las palabras de los sabios son como aguijones. Como clavos bien puestos son sus colecciones de dichos, dados por un solo pastor.