Y consideré más felices a los que ya han muerto que a los que aún viven,
Aborrecí entonces la vida, pues todo cuanto se hace bajo el sol me resultaba repugnante. Realmente, todo es vanidad; ¡es correr tras el viento!
Es mejor el buen nombre que el buen perfume. Es mejor el día en que se muere que el día en que se nace.
No lloren por el que está muerto ni hagan lamentaciones por él. Lloren más bien por el exiliado, por el que nunca volverá ni verá más la tierra en que nació.