Amontoné plata, oro y tesoros que fueron de reyes y provincias. Tuve cantores y cantoras; disfruté de los deleites de los hombres: ¡formé mi propio harén!
Luego la reina le regaló a Salomón ciento veinte talentos de oro, piedras preciosas y gran cantidad de perfumes. Nunca más llegaron a Israel tantos perfumes como los que la reina de Sabá obsequió al rey Salomón.
Ya tengo ochenta años y apenas puedo distinguir lo bueno de lo malo, o saborear lo que como y bebo, o aun apreciar las voces de los cantores y las cantoras. ¿Por qué ha de ser este servidor una carga más para mi señor el rey?
En cuanto escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música, más les vale que se inclinen ante la estatua que he mandado hacer y la adoren. De lo contrario, serán lanzados de inmediato a un horno en llamas. ¿Y qué dios podrá librarlos de mis manos?
Ante tal amenaza, tan pronto como se escuchó la música de todos esos instrumentos musicales, todos los pueblos y naciones, y gente de toda lengua, se inclinaron y adoraron la estatua de oro que el rey Nabucodonosor había mandado erigir.
Tan pronto como escuchen el sonido de trompetas, flautas, cítaras, liras, arpas, zampoñas y todo tipo de música, deberán inclinarse y adorar la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha mandado erigir.
Con la madera, el rey construyó escalinatas para el Templo del Señor y para el palacio real. También hizo arpas y liras para los músicos. Nunca se había visto en Judá algo semejante.
Su padre los dirigía en el culto del Templo del Señor, cuando cantaban acompañados de címbalos, liras y arpas. Asaf, Jedutún y Hemán estaban bajo las órdenes del rey.
Para el ministerio de la música, David y los comandantes del ejército apartaron a los hijos de Asaf, Hemán y Jedutún, los cuales profetizaban acompañándose de arpas, liras y címbalos. Esta es la lista de los que fueron apartados para el servicio:
Para reemplazarlos, el rey Roboán mandó hacer escudos de bronce y los puso al cuidado de los comandantes de la guardia que custodiaba la entrada del palacio real.
Todas las copas del rey Salomón y toda la vajilla del palacio «Bosque del Líbano» eran de oro puro. Nada estaba hecho de plata, pues en tiempos de Salomón la plata era poco apreciada.