Aun en el camino por el que va, el necio revela su falta de inteligencia y a todos va mostrando lo necio que es.
Al necio no le complace la inteligencia; tan solo hace alarde de su propia opinión.
El prudente actúa con cordura, pero el necio se jacta de su necedad.
A ellos les parece extraño que ustedes ya no los sigan en sus excesos de inmoralidad y por eso los insultan.
De las muchas ocupaciones brotan los sueños y de las muchas palabras, las tonterías.
Los labios del necio son causa de contienda; su boca incita a la riña.