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Referencias Cruzadas

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Daniel 9:3

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Entonces me puse a orar y a dirigir mis súplicas al Señor mi Dios. Además de orar, ayuné y me vestí de luto y me senté sobre cenizas.

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30 Referencias Cruzadas  

“Clama a mí y te responderé; te daré a conocer cosas grandes e inaccesibles que tú no sabes”.

«Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa, para que ayunen por mí. Durante tres días no coman ni beban ni de día ni de noche. Yo, por mi parte, ayunaré con mis doncellas al igual que ustedes. Cuando cumpla con esto, me presentaré ante el rey, por más que vaya en contra de la ley. ¡Y, si perezco, que perezca!».

A la hora del sacrificio me recobré de mi abatimiento y, con la túnica y el manto rasgados, caí de rodillas, extendí mis manos hacia el Señor mi Dios,

Luego Esdras salió del frente del Templo de Dios y fue a la habitación de Johanán, hijo de Eliasib. Allí se quedó sin comer pan ni beber agua, porque estaba muy deprimido por causa de la infidelidad de los repatriados.

Luego, estando cerca del río Ahava, proclamé un ayuno para que nos humilláramos ante nuestro Dios y le pidiéramos que nos acompañara durante el camino, a nosotros, a nuestros hijos y nuestras posesiones.

Cornelio contestó: —Hace tres días a esta misma hora, las tres de la tarde, estaba yo en casa orando. De repente apareció delante de mí un hombre vestido con ropa brillante

y luego permaneció viuda hasta la edad de ochenta y cuatro. Nunca salía del Templo, sino que día y noche adoraba a Dios con ayunos y oraciones.

«Ahora bien», afirma el Señor, «vuélvanse a mí de todo corazón, con ayuno, llantos y lamentos».

¡Vístanse de duelo y giman, sacerdotes! ¡Laméntense, ministros del altar! ¡Vengan, ministros de mi Dios, y pasen la noche vestidos de luto, porque las ofrendas de cereales y las ofrendas líquidas han sido suspendidas en la casa de su Dios!

»Así dice el Señor y Dios: Una vez más cederé a la súplica del pueblo de Israel y haré esto por ellos: haré que su pueblo sea tan numeroso como un rebaño.

pues cuando ellos enfermaban yo me vestía de luto, me afligía y ayunaba. ¡Ay, si pudiera retractarme de mis oraciones!

Cuando Daniel se enteró de la publicación del decreto, se fue a su casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por costumbre orar tres veces al día.

El día veinticuatro de ese mes los israelitas se reunieron para ayunar, se vistieron de luto y se echaron ceniza sobre la cabeza.

En aquel día el Señor, el Señor de los Ejércitos, los llamó a llorar y a lamentarse, a raparse la cabeza y a usar ropa de luto.

En su primer año de reinado, yo, Daniel, comprendí ese pasaje de las Escrituras donde el Señor comunicó al profeta Jeremías que la ruina de Jerusalén duraría setenta años.

»Esta fue la oración y confesión que hice al Señor: »“Señor, Dios grande y temible, que cumples tu pacto de fidelidad con los que te aman y obedecen tus mandamientos:

»Yo seguí hablando y orando al Señor mi Dios. Le confesé mi pecado y el de mi pueblo Israel y supliqué en favor de su santo monte.

Y los ninivitas creyeron a Dios, proclamaron ayuno y, desde el mayor hasta el menor, se vistieron con ropa áspera en señal de arrepentimiento.

David se puso a rogar a Dios por él; ayunaba y pasaba las noches tirado en el suelo.

Por tanto, me retracto y me arrepiento en polvo y ceniza».




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