Tan pronto como comenzaste a orar, hubo una respuesta que vine a decirte, porque eres muy apreciado. Presta, pues, atención a mis palabras, para que entiendas la visión.
Dijo: “No temas, eres muy apreciado. ¡La paz sea contigo! ¡Sé fuerte, sé fuerte!”. »Mientras él me hablaba, yo fui fortaleciéndome y dije: “¡Habla, mi señor!, porque me has fortalecido”.
Además, saquearán tus riquezas y robarán tus mercancías. Derribarán tus muros, demolerán tus suntuosos palacios y arrojarán al mar tus piedras, vigas y escombros.
Y tanto se distinguió Daniel entre los administradores y los sátrapas por sus extraordinarias cualidades que el rey pensó en ponerlo al frente de todo el reino.
Entonces Isaías, hijo de Amoz, envió este mensaje a Ezequías: «Así dice el Señor, Dios de Israel: Por cuanto me has rogado respecto a Senaquerib, rey de Asiria, te he escuchado.
En el tercer año del reinado de Ciro de Persia, Daniel, que también se llamaba Beltsasar, recibió una revelación acerca de una gran guerra. El mensaje era verdadero y Daniel pudo comprender su significado en la visión.