«¡Anuncien y proclamen entre las naciones! ¡Proclámenlo, levanten un estandarte! No oculten nada, sino digan: “¡Babilonia será conquistada! ¡Bel quedará en vergüenza! ¡Marduc quedará aterrado! ¡Sus imágenes quedan humilladas y sus ídolos, aterrados!”.
El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro, de sesenta codos de alto por seis codos de ancho, y mandó que la colocaran en los llanos de Dura, en la provincia de Babilonia.
Bel se inclina, Nebo se somete; sus ídolos son llevados por bestias de carga. Pesadas son las imágenes que por todas partes llevan; son una carga para el agotado.
Finalmente Daniel, que en honor a mi dios también se llama Beltsasar, se presentó ante mí y le conté mi sueño, pues en él reposa el espíritu de los santos dioses.