Se apoderará de las estatuas de metal de sus dioses, de sus objetos de oro y plata. Se los llevará a Egipto, dejando tranquilo al rey del norte durante algunos años.
Aunque Efraín prospere entre sus hermanos, vendrá el viento del Señor, el viento del este que se levanta del desierto y se agotarán sus fuentes y manantiales. ¡Serán saqueados sus tesoros y todos sus objetos preciosos!
El Señor de los Ejércitos, el Dios de Israel, dice: «Voy a castigar a Amón, dios de Tebas, a Egipto, a sus dioses y reyes, al faraón y a los que en él confían.
Micaías respondió: —Ustedes se llevaron mis dioses que yo mismo hice, y también se llevaron a mi sacerdote y luego se fueron. ¿Qué más me queda? ¡Y todavía se atreven a preguntarme qué me sucede!
Demolerán sus altares, harán pedazos sus piedras sagradas, prenderán fuego a sus imágenes de la diosa Aserá, derribarán sus ídolos y borrarán de ese lugar los nombres de sus dioses.
»Esa misma noche pasaré por todo Egipto y heriré de muerte a todos los primogénitos, tanto de personas como de animales, y ejecutaré mi sentencia contra todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor.