Extenderá su poder sobre muchos países; ni Egipto podrá salvarse.
Sus cadáveres quedarán tendidos en la plaza de la gran ciudad, llamada en sentido figurado Sodoma y Egipto, donde también fue crucificado su Señor.
Si alguno de los pueblos de la tierra no sube a Jerusalén para adorar al Rey, al Señor de los Ejércitos, tampoco recibirá lluvia.
Haré que vuelvan de su cautividad y los haré volver a Patros, tierra de sus antepasados. Allí formarán un reino humilde.
También invadirá la Hermosa Tierra, y muchos países caerán bajo su poder, aunque Edom y Moab y los jefes de Amón escaparán de sus manos.
Se adueñará de los tesoros de oro y plata de Egipto, y de todas sus riquezas, y también someterá a los libios y a los cusitas.