Tus dientes son como rebaños de ovejas recién trasquiladas, que ascienden después de haber sido bañadas. Cada una de ellas tiene gemelas, ninguna de ellas está sola.
Al ver una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró nada más que hojas. —¡Nunca más vuelvas a dar fruto! —le dijo. Y al instante se secó la higuera.