Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, cenaré con él y él conmigo.
El ángel me dijo: «Escribe: “¡Dichosos los que han sido convidados a la cena de las bodas del Cordero!”». Y añadió: «Estas son las palabras verdaderas de Dios».
Igualmente, cuando vean todas estas cosas, sepan que el tiempo está cerca, a las puertas.
¿No le diría más bien “prepárame la comida y cámbiate de ropa para atenderme mientras yo ceno; después tú podrás cenar”?
El portero le abre la puerta y las ovejas oyen su voz. Llama por nombre a las ovejas y las saca del redil.
No se quejen unos de otros, hermanos, para que no sean juzgados. ¡El Juez ya está a la puerta!