Sus puertas estarán abiertas todo el día, pues allí no habrá noche.
Tus puertas estarán siempre abiertas; ni de día ni de noche se cerrarán. Te traerán las riquezas de las naciones; ante ti desfilarán sus reyes.
Ya no habrá noche; no necesitarán luz de lámpara ni de sol, porque el Señor Dios los alumbrará. Y reinarán por los siglos de los siglos.
Será un día excepcional que solo el Señor conoce: no tendrá día ni noche, pues, cuando llegue la noche, seguirá alumbrando la luz.
Tu sol no volverá a ponerse ni menguará tu luna; será el Señor tu luz eterna y llegarán a su fin tus días de duelo.
La ciudad no necesita ni sol ni luna que la alumbren, porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera.
Tenía una muralla grande y alta, y doce puertas custodiadas por doce ángeles en las que estaban escritos los nombres de las doce tribus de Israel.
El ángel que hablaba conmigo llevaba una vara de oro para medir la ciudad, sus puertas y su muralla.