Por eso, una vez más asombraré a este pueblo con prodigios maravillosos; perecerá la sabiduría de sus sabios, y se esfumará la inteligencia de sus inteligentes».
Los egipcios quedarán desanimados y consultarán a los ídolos, a los espíritus de los muertos, a las médiums y a los espiritistas, ¡pero yo frustraré sus planes!
Los oficiales de Zoán no son más que unos necios; los consejeros más sabios dan a Faraón consejos insensatos. ¿Cómo se les ocurre decirle: «Yo soy uno de los sabios, discípulo de los antiguos reyes»?