El Señor de los Ejércitos me reveló al oído: «No se te perdonará este pecado hasta el día de tu muerte. Lo digo yo, el Señor, el Señor de los Ejércitos».
En aquel día, siete mujeres se aferrarán a un solo hombre y dirán: «De alimentarnos y de vestirnos nosotras nos ocuparemos; tan solo déjanos llevar tu nombre: ¡Líbranos de nuestra vergüenza!».