En cuanto al trabajo forzado, el rey Salomón reunió trabajadores para construir el Templo del Señor, su propio palacio, el terraplén, el muro de Jerusalén, y Jazor, Meguido y Guézer.
Armándose de valor, Ezequías reconstruyó toda la muralla que había sido derribada y levantó torres sobre ella; también construyó un muro exterior, fortificó los terraplenes de la Ciudad de David, y mandó fabricar muchas armas y escudos.
La rebelión de Jeroboán tuvo lugar cuando Salomón estaba construyendo los terraplenes para cerrar la brecha en el muro de la Ciudad de David, su padre.
Aquel día David dijo: «Todo el que vaya a matar a los jebuseos, que suba por el acueducto, para alcanzar a los cojos y a los ciegos. ¡Los aborrezco!». De ahí viene el dicho: «Los ciegos y los cojos no entrarán en el palacio».
Quienes lo atacaron fueron Josacar, hijo de Simat, y Jozabad, hijo de Somer. Así murió Joás y fue sepultado con sus antepasados en la Ciudad de David. Y su hijo Amasías lo sucedió en el trono.
Salún, hijo de Coljozé, gobernador del distrito de Mizpa, reconstruyó la puerta de la Fuente, la techó y la colocó en su lugar con sus cerrojos y barras. Reconstruyó también el muro del estanque de Siloé, que está junto al jardín del rey, hasta las gradas que llevan a la Ciudad de David.