En el tercer año de su reinado ofreció un banquete para todos sus nobles y oficiales, al que asistieron los líderes militares de Persia y Media, y también los príncipes y los nobles de las provincias.
Allí Abner propuso a David: «Mi señor y rey, permítame convocar a todo Israel para que hagan un pacto con usted y así su reino se extenderá a su gusto». Con esto, David despidió a Abner y este se fue en paz.
Cuando Abigaíl llegó a la casa, Nabal estaba dando un regio banquete. Se encontraba alegre y muy borracho, así que ella no dijo nada hasta el día siguiente.