¿Quién entre ustedes teme al Señor y obedece la voz de su siervo? Aunque camine en la oscuridad y sin un rayo de luz, que confíe en el nombre del Señor y dependa de su Dios.
Sin embargo, Abisay, hijo de Sarvia, fue en su ayuda e hirió al filisteo y lo mató. Allí los soldados de David hicieron este juramento: «Nunca más saldrá usted con nosotros a la batalla, no sea que alguien lo mate y se apague la lámpara de Israel».
Pero para ustedes que temen mi nombre, se levantará el sol de justicia trayendo en sus rayos salud. Y ustedes saldrán saltando como becerros bien alimentados.
Pero a su hijo le dejaré una sola tribu para que en Jerusalén, la ciudad donde decidí poner mi Nombre, la lámpara de mi siervo David se mantenga siempre encendida delante de mí.