Dijo así: «El Señor es mi roca, mi amparo, mi libertador;
Sé tú mi roca de refugio adonde pueda yo siempre acudir; da la orden de salvarme, porque tú eres mi roca y mi fortaleza.
Guíame, pues eres mi roca y mi fortaleza, dirígeme por amor a tu nombre.
Él es mi Dios amoroso, mi amparo, mi más alto escondite, mi libertador, mi escudo, en quien me refugio. Él es quien pone los pueblos a mis pies.
Yo digo al Señor: «Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío».
Él es la Roca, sus obras son perfectas, y todos sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo.
»Nadie es santo como el Señor; no hay roca como nuestro Dios. ¡No hay nadie como él!
Yo te digo que tú eres Pedro. Sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas de los dominios de la muerte no prevalecerán contra ella.
Y digo a Dios, a mi roca: «¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué debo andar afligido y oprimido por el enemigo?».
Cuando avisaron a David que Saúl y sus hombres venían en su búsqueda, bajó al peñasco del desierto de Maón. Al enterarse de esto, Saúl dirigió la persecución hacia ese lugar.
Entonces Saúl tomó consigo tres mil hombres escogidos de todo Israel y se fue por los Peñascos de las Cabras, en busca de David y de sus hombres.
Pues ¿quién es Dios sino el Señor? ¿Quién es la Roca sino nuestro Dios?
Es él quien me arma de valor y hace perfecto mi camino;
El Dios de Israel habló, la Roca de Israel me dijo: “El que gobierne a la gente con justicia, el que gobierne en el temor de Dios,
Torre fuerte es el nombre del Señor; a ella corren los justos y se ponen a salvo.