De las tinieblas y los oscuros nubarrones hizo tiendas que lo rodeaban.
Nubes y densa oscuridad lo rodean; la rectitud y la justicia son la base de su trono.
Rasgando el cielo, descendió, pisando sobre oscuros nubarrones.
Porque en el día de la aflicción él me resguardará en su morada; al amparo de su santuario me protegerá y me pondrá en alto sobre una roca.
¿Quién entiende la extensión de las nubes y el estruendo que sale de su morada?
Cuando Ben Adad recibió este mensaje, estaba bebiendo con los reyes en su campamento. De inmediato ordenó a sus tropas: «¡A las armas!». Así que se prepararon para atacar la ciudad.