Jonatán y Ajimaz se habían quedado en Enroguel. Como no se podían arriesgar a que los vieran entrar en la ciudad, una criada estaba encargada de darles la información para que ellos se la pasaran al rey David.
También dijo: —Como tú eres vidente, puedes volver tranquilo a la ciudad con Abiatar, y llevarte contigo a tu hijo Ajimaz y a Jonatán, hijo de Abiatar.
Aún estaba hablando cuando llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar. —¡Entra! —dijo Adonías—. Un hombre respetable como tú debe traer buenas noticias.