Los babilonios vinieron y se acostaron con ella en el lecho de sus pasiones. A tal punto la contaminaron con sus prostituciones que se hastió de ellos.
—¡No me eches de aquí! —respondió ella—. Después de lo que has hecho conmigo, ¡echarme de aquí sería una maldad aún más terrible! Pero él no hizo caso,