»¡Ay, montes de Guilboa, que no caiga sobre ustedes lluvia ni rocío! ¡Que no crezca nada en sus campos! Porque allí deshonraron el escudo de Saúl: ¡nunca más será ungido con aceite!
Entonces Samuel tomó un frasco de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl. Luego lo besó y dijo: —¡Es el Señor quien te ha ungido para que gobiernes a su pueblo!
»”Así dice el Señor y Dios: El día en que el cedro bajó a los dominios de la muerte, cubrí de luto las profundidades de las aguas. Detuve sus corrientes y contuve sus ríos; por él vestí de luto al Líbano y todos los árboles del campo se marchitaron.
“Maldice a Meroz —dijo el ángel del Señor—. Maldice a sus habitantes con dureza, porque no vinieron en ayuda del Señor, en ayuda del Señor y de sus valientes”.