Entonces Jehú, hijo de Josafat y nieto de Nimsi, conspiró contra Jorán. Sucedió que Jorán, con todo el ejército israelita, había estado defendiendo Ramot de Galaad contra Jazael, rey de Aram,
Cuando Jehú salió para volver a reunirse con los capitanes, uno de ellos preguntó: —¿Todo bien? ¿Qué quería ese loco? —Ustedes ya lo conocen —respondió—, y saben cómo habla.
Cuando llegó, encontró reunidos a los oficiales del ejército y les dijo: —Tengo un mensaje para el comandante. —¿Para cuál de todos nosotros? —preguntó Jehú. —Para usted, comandante —respondió.
El centinela informó de nuevo: —Ya llegó el mensajero hasta ellos, pero a él tampoco lo veo regresar. Además, el que conduce el carro ha de ser Jehú, hijo de Nimsi, pues lo hace como un loco.
Los demás soldados huyeron a Afec, pero la muralla de la ciudad se desplomó sobre veintisiete mil de ellos. Ben Adad, que también se había escapado a la ciudad, andaba de escondite en escondite.