Sin embargo, Jorán se aferró a los mismos pecados con que Jeroboán, hijo de Nabat, había hecho pecar a los israelitas, pues no se apartó de esos pecados.
Pero hizo lo malo ante los ojos del Señor, pues durante toda su vida jamás se apartó de los pecados con que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel.
Zacarías hizo lo malo ante los ojos del Señor, como lo hicieron sus antepasados, pues no se apartó de los pecados con que Jeroboán, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel.
Joás hizo lo malo ante los ojos del Señor, pues siguió el mal ejemplo de Jeroboán, hijo de Nabat, y no se apartó de ninguno de los pecados con que este hizo pecar a Israel.
Sin embargo, siguieron el mal ejemplo de la familia de Jeroboán y no se apartaron de los pecados con que estos hicieron pecar a Israel, y hasta dejaron en pie la imagen de la diosa Aserá, que estaba en Samaria.
Joacaz hizo lo malo ante los ojos del Señor, pues siguió el mal ejemplo de Jeroboán, hijo de Nabat, y no se apartó del pecado con que este hizo pecar a Israel.
Como si hubiera sido poco el cometer los mismos pecados de Jeroboán, hijo de Nabat, también se casó con Jezabel hija de Et Baal, rey de los sidonios, y se dedicó a servir a Baal y a adorarlo.
Pero Nadab hizo lo malo ante los ojos del Señor, pues siguió el mal ejemplo de su padre, persistiendo en el mismo pecado con que este hizo pecar a Israel.
Por el contrario, te has portado peor que todos los que vivieron antes de ti, al extremo de hacerte otros dioses, ídolos de metal; esto me enfurece, pues me has dado la espalda.
Con todo, Jeroboán no cambió su mala conducta, sino que una vez más puso como sacerdotes para los altares paganos a toda clase de gente. A cualquiera que deseaba ser sacerdote de esos altares, él lo consagraba como tal.
Cuando él arrancó de la familia de David a los israelitas, estos hicieron rey a Jeroboán, hijo de Nabat. Jeroboán, por su parte, los alejó del camino del Señor y los hizo cometer un gran pecado.
Finalmente, el Señor arrojó a Israel de su presencia, tal como lo había anunciado por medio de sus siervos los profetas. Así, pues, fueron desterrados y llevados cautivos a Asiria, donde hasta el día de hoy se han quedado.
Además del pecado que hizo cometer a Judá, haciendo así lo que ofende al Señor, Manasés derramó tanta sangre inocente que inundó a Jerusalén de un extremo a otro.
Derribó también el altar de Betel y el altar pagano construidos por Jeroboán, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. Además, quemó el altar pagano hasta convertirlo en cenizas y prendió fuego a la imagen de Aserá.