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Referencias Cruzadas

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2 Reyes 1:9

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Y enseguida envió a un capitán con cincuenta soldados a buscarlo. El capitán fue y encontró a Elías sentado en la cima de un monte. —Hombre de Dios —dijo—, el rey le ordena que baje.

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22 Referencias Cruzadas  

Otros sufrieron la prueba de burlas y azotes, e incluso de cadenas y cárceles.

Que baje ahora de la cruz ese Cristo, el rey de Israel, para que veamos y creamos. También lo insultaban los que estaban crucificados con él.

Los que pasaban meneaban la cabeza y blasfemaban contra él: —¡Eh! Tú que destruyes el Templo y en tres días lo reconstruyes,

Luego trenzaron una corona de espinas y se la colocaron en la cabeza; en la mano derecha le pusieron una vara. Arrodillándose delante de él, se burlaban diciendo: —¡Viva el rey de los judíos!

y decían: —A ver, Cristo, ¡profetiza! ¿Quién te pegó?

En efecto, Herodes había arrestado a Juan. Lo había encadenado y metido en la cárcel por causa de Herodías, esposa de su hermano Felipe.

Entonces Amasías dijo a Amós: —¡Vete de aquí, vidente! ¡Si quieres ganarte el pan profetizando, vete a la tierra de Judá!

El rey de Israel respondió: —Todavía hay alguien por medio de quien podemos consultar al Señor, pero me cae muy mal porque nunca me profetiza nada bueno; solo me anuncia desastres. Se trata de Micaías, hijo de Imlá. —No digas eso —respondió Josafat.

Entonces Jezabel envió un mensajero a Elías para decirle: «¡Que los dioses me castiguen sin piedad si mañana a esta hora no te he quitado la vida como tú se la quitaste a ellos!».

Acab se fue a comer y beber, pero Elías subió a la cumbre del Carmelo, se inclinó hasta el suelo y puso el rostro entre las rodillas.

Tan cierto como que el Señor su Dios vive, no hay nación ni reino adonde mi amo no haya mandado a buscarlo. Y a quienes afirmaban que usted no estaba allí, él los hacía jurar que no lo habían encontrado.

Como Jezabel estaba acabando con los profetas del Señor, Abdías había tomado a cien de ellos y los había escondido en dos cuevas, cincuenta en cada una, y les había dado de comer y de beber.

Cuando los discípulos Santiago y Juan vieron esto, preguntaron: —Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para que los destruya?

Los llevé al Templo del Señor, a la sala de los hijos de Janán, hijo de Igdalías, hombre de Dios. Esta sala se encontraba junto a la de los oficiales que a su vez estaba encima de la de Maseías, hijo de Salún, guarda de la entrada.

Al oír la noticia, Saúl envió otro grupo, pero ellos también cayeron en trance. Luego mandó un tercer grupo y les pasó lo mismo.

Entonces ella le reclamó a Elías: —¿Por qué te entrometes, hombre de Dios? ¡Viniste a recordarme mi pecado y a matar a mi hijo!

De allí, Eliseo se fue al monte Carmelo y luego regresó a Samaria.

La mujer se puso en marcha y llegó al monte Carmelo, donde estaba Eliseo, el hombre de Dios. Este la vio a lo lejos y dijo a su criado Guiezi: —¡Mira! Ahí viene la sunamita.




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