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Referencias Cruzadas

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2 Corintios 7:1

Biblia Nueva Versión Internacional 2022

Como tenemos estas promesas, queridos hermanos, purifiquémonos de todo lo que contamina el cuerpo y el espíritu, para completar en el temor de Dios la obra de nuestra santificación.

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48 Referencias Cruzadas  

Dios no nos llamó a la impureza, sino a la santidad;

Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra el alma.

Quien teme al Señor aborrece lo malo; yo aborrezco el orgullo y la arrogancia, la mala conducta y el lenguaje perverso.

Acérquense a Dios y él se acercará a ustedes. ¡Pecadores, límpiense las manos! ¡Ustedes, los indecisos, purifiquen su corazón!

Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu firme dentro de mí.

Todo el que tiene esta esperanza en Cristo se purifica a sí mismo, así como él es puro.

Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser —espíritu, alma y cuerpo—, irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo.

Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros.

Que abandone el malvado su camino y el perverso sus pensamientos. Que se vuelva al Señor, a nuestro Dios, que es generoso para perdonar y de él recibirá compasión.

fueron comprados por un precio. Por tanto, glorifiquen con su cuerpo a Dios.

Pero si vivimos en la luz, así como él está en la luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesucristo nos limpia de todo pecado.

Por tanto, aunque la promesa de entrar en su reposo sigue vigente, cuidémonos, no sea que alguno de ustedes vaya a quedarse fuera.

Con amor y verdad se perdona el pecado y con respeto al Señor se evita el mal.

Por tanto, sean perfectos como su Padre celestial es perfecto.

Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.

¿Cómo puede el joven mantener limpio su camino? Viviendo conforme a tu palabra.

Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.

En ese tiempo también todos nosotros vivíamos como ellos, impulsados por nuestros deseos pecaminosos, siguiendo nuestra propia voluntad y nuestros propósitos. Como los demás, éramos por naturaleza merecedores de la ira de Dios.

En cuanto a la Ley, esta intervino para que aumentara el pecado. Pero donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia;

»¡Lávense, límpiense! ¡Aparten de mi vista sus obras malvadas! ¡Dejen de hacer el mal!

Hay quienes se creen muy puros, pero no se han purificado de su impureza.

Luego de que ustedes hayan sufrido un poco de tiempo, Dios mismo, el Dios de toda gracia que los llamó a su gloria eterna en Cristo, los restaurará y los hará fuertes, firmes y estables.

Puesto que nosotros estamos recibiendo un reino inconmovible, seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud, adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente,

a la iglesia de los primogénitos inscritos en el cielo. Se han acercado a Dios, el Juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección;

Que los fortalezca interiormente para que, cuando nuestro Señor Jesús venga con todos los que han creído en él, la santidad de ustedes sea intachable delante de nuestro Dios y Padre.

Todas las promesas que ha hecho Dios son «sí» en Cristo. Así que por medio de Cristo respondemos «amén» para la gloria de Dios.

Mientras tanto, la iglesia disfrutaba de paz a la vez que se consolidaba en toda Judea, Galilea y Samaria, pues vivía en el temor del Señor e iba creciendo en número, fortalecida por el Espíritu Santo.

»Si tienen un buen árbol, su fruto es bueno; si tienen un mal árbol, su fruto es malo. Al árbol se le reconoce por su fruto.

He visto tus adulterios, tus relinchos, tu prostitución desvergonzada y tus abominaciones, en los campos y sobre las colinas. ¡Ay de ti, Jerusalén! ¿Hasta cuándo seguirás en tu impureza?».

Jerusalén, limpia de maldad tu corazón para que seas salvada. ¿Hasta cuándo hallarán lugar en ti los pensamientos perversos?

¿Quién puede afirmar: «Tengo puro el corazón; estoy limpio de pecado»?

El temor del Señor es puro: permanece para siempre. Las ordenanzas del Señor son verdaderas: todas ellas son justas.

Josafat les ordenó: «Ustedes actuarán con fidelidad e integridad, bajo el temor del Señor.

Aleja de tu corazón el enojo, aparta de tu cuerpo la maldad, porque juventud y vigor son pasajeros.

En cuanto a ustedes, queridos hermanos, aunque nos expresamos así, estamos seguros de que les espera lo mejor, es decir, lo que atañe a la salvación.

Más bien, sean ustedes santos en todo lo que hagan, como también es santo quien los llamó;

Ya que invocan como Padre al que juzga con imparcialidad las obras de cada uno, vivan con temor reverente mientras sean peregrinos en este mundo.

pero toda ropa, urdimbre, trama o artículo de piel que al lavarse pierda la mancha, se volverá a lavar, y el objeto quedará puro».




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