De tal hombre podría presumir, pero de mí no haré alarde sino de mis debilidades.
Si me veo obligado a jactarme, me jactaré de mi debilidad.
Es más, me presenté ante ustedes con tanta debilidad que temblaba de miedo.
Esto sucedió para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías: «Él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores».
Me veo obligado a jactarme, aunque nada se gane con ello. Paso a referirme a las visiones y revelaciones del Señor.