Cuando estuve con ustedes por segunda vez les advertí y ahora que estoy ausente lo repito: Cuando vuelva a verlos, no seré indulgente con los que antes pecaron ni con ningún otro,
Por eso escribo todo esto en mi ausencia, para que cuando vaya no tenga que ser severo en el uso de mi autoridad, la cual el Señor me ha dado para edificación y no para destrucción.
Por eso, si voy, no dejaré de reprocharle su comportamiento, pues con palabras malintencionadas, habla contra nosotros solo por hablar. Como si fuera poco, ni siquiera recibe a los hermanos y a quienes quieren hacerlo, no los deja y los expulsa de la iglesia.