para poder predicar las buenas noticias más allá de sus regiones, sin tener que jactarnos del trabajo ya hecho por otros.
Después de todos estos sucesos, Pablo tomó la determinación de ir a Jerusalén, pasando por Macedonia y Acaya. Decía: «Después de estar allí, tengo que visitar Roma».
En efecto, mi propósito ha sido predicar las buenas noticias donde Cristo no sea conocido, para no edificar sobre fundamento ajeno.
¿Es que cometí un pecado al humillarme yo para enaltecerlos a ustedes, predicándoles las buenas noticias de Dios gratuitamente?