Cuando llegue aquel día, clamarán por causa del rey que hayan escogido, pero el Señor no les responderá.
Entonces pedirán auxilio al Señor, pero él no responderá; esconderá de ellos su rostro porque hicieron lo malo.
Cuando levantan sus manos, yo aparto de ustedes mis ojos; aunque multipliquen sus oraciones, no las escucharé. »¡Tienen las manos llenas de sangre!
Ustedes habrán de enfurecerse cuando, angustiados y hambrientos, vaguen por la tierra. Levantando los ojos al cielo, maldecirán a su rey y a su Dios
Tan pronto como el dueño de la casa se haya levantado a cerrar la puerta, ustedes desde afuera se pondrán a golpear la puerta, diciendo: “¡Señor, ábrenos!”. Pero él les contestará: “No sé de dónde son ustedes”.
Quien cierra sus oídos al clamor del pobre llorará también sin que nadie le responda.
Pedían ayuda y no hubo quien los salvara. Al Señor clamaron, pero no respondió.
¿Escucha Dios su clamor cuando les sobreviene la angustia?
Les exigirá una décima parte de sus rebaños y ustedes mismos le servirán como esclavos.
Si él les impuso un yugo pesado, ¡yo les aumentaré la carga! Y, si él los castigaba a ustedes con una vara, ¡yo lo haré con un látigo!”.
¿Qué esperanza tienen los impíos cuando son eliminados, cuando Dios les quita la vida?
La mano del Señor no es corta para salvar ni es sordo su oído para oír.
Por eso, voy a actuar con furor. No les tendré piedad ni compasión. Por más que me imploren a gritos, ¡no los escucharé!».