David consultó al Señor: —¿Debo perseguir a esa banda de saqueadores? ¿Los voy a alcanzar? —Persíguelos —respondió el Señor—. Vas a alcanzarlos y rescatarás a los cautivos.
Así que David consultó al Señor: —¿Debo atacar a los filisteos? ¿Los entregarás en mi poder? —Atácalos —respondió el Señor—; te aseguro que los entregaré en tus manos.
Así que David consultó al Señor y este respondió: —No los ataques de frente, sino rodéalos hasta llegar a los árboles de bálsamo y entonces atácalos por la retaguardia.
pues habían subido a llorar en presencia del Señor hasta el anochecer y le habían consultado: —¿Debemos subir y volver a luchar contra los de Benjamín, nuestros hermanos? Y el Señor les había contestado: —Suban contra ellos.
Se presentará ante el sacerdote Eleazar, quien mediante el urim consultará al Señor. Cuando Josué ordene salir, la comunidad entera saldrá con él y, cuando le ordene volver, volverá.
Los israelitas subieron a Betel y consultaron a Dios. Le preguntaron: —¿Cuál de nosotros será el primero en combatir a los de la tribu de Benjamín? El Señor respondió: —Judá será el primero.
y Finés, hijo de Eleazar y nieto de Aarón, ministraba delante de ella. Preguntaron: —¿Debemos subir y volver a luchar contra los de Benjamín, nuestros hermanos, o nos retiramos? El Señor respondió: —Suban, porque mañana los entregaré en sus manos.
«Iré tras ellos y les daré alcance —alardeaba el enemigo—. Repartiré sus despojos hasta quedar hastiado. ¡Desenvainaré la espada y los destruiré con mi propia mano!».