—Está bien —respondió David—. Ya verá usted de lo que es capaz este siervo suyo. —Si es así —añadió Aquis—, de ahora en adelante te nombro mi guardaespaldas.
Si Aquis preguntaba: «¿Qué región saqueaste hoy?», David respondía: «La del sur de Judá»; o bien: «La del sur de Jeramel»; o «La del sur, donde viven los quenitas».
Ana no lo acompañó. —No iré hasta que el niño sea destetado —explicó a su esposo—. Entonces lo llevaré para dedicarlo al Señor y allí se quedará el resto de su vida.