Entonces un hombre tomará a su hermano en la casa de su padre y dirá: «Sé nuestro líder, pues tienes un manto; ¡hazte cargo de este montón de ruinas!».
—No tengo a la mano pan común y corriente —contestó el sacerdote—. Podría darte el pan consagrado, si es que tus hombres se han abstenido por lo menos de estar con mujeres.
David respondió: —Vengo por orden del rey, pero nadie debe saber a qué me ha enviado ni cuál es esa orden. En cuanto a mis hombres, ya les he indicado dónde encontrarnos.