Pero Saúl los mandó de nuevo a buscar a David: «¡Tráiganmelo, aunque esté en su cama, para matarlo!».
«Veloces son sus pies para ir a derramar sangre;
Los malvados conspiran contra los justos y rechinan los dientes contra ellos;
¿Quién bajo mi techo no sació su hambre con los manjares de mi mesa?
Saúl hizo caso a Jonatán y juró: —Tan cierto como que el Señor vive, David no morirá.
Cuando Saúl mandó a los hombres para apresar a David, Mical les dijo: «Está enfermo».
Al entrar en la casa, los hombres vieron que lo que estaba en la cama era un ídolo, con un tejido de pelo de cabra en la cabeza.