Luego Moisés dijo a Aarón: —Toma una vasija y pon en ella un gómer de maná. Colócala después en la presencia del Señor, a fin de conservarla para las generaciones futuras.
El sacerdote respondió: —Aquí tengo la espada del filisteo Goliat, a quien mataste en el valle de Elá. Está detrás del efod, envuelta en un paño. Puedes llevártela, si quieres. Otras armas no tengo. —Dámela —dijo David—. ¡Es la mejor que podrías ofrecerme!
Anteriormente Saúl, al ver a David enfrentarse con el filisteo, había preguntado a Abner, comandante de su ejército: —Abner, ¿quién es el padre de ese muchacho? —Tan cierto como Su Majestad vive, le aseguro que no lo sé.