Echó una mirada a David y, al darse cuenta de que era apenas un muchacho, pelirrojo y buen mozo, con desprecio
Isaí mandó a buscarlo y se lo trajeron. Era buen mozo, pelirrojo y de buena presencia. El Señor dijo a Samuel: —Este es; levántate y úngelo.
—¡Cómo vas a pelear tú solo contra este filisteo! —respondió Saúl—. No eres más que un muchacho, mientras que él ha sido un guerrero toda la vida.
Tras el orgullo viene la destrucción; tras la altanería, el fracaso.
ordenó: «¡Captúrenlos vivos, sea que vengan en son de paz o en son de guerra!».
Este, por su parte, también avanzaba hacia David detrás de su escudero.