También derrotó a un egipcio que medía cinco codos y que empuñaba una lanza del tamaño de un rodillo de telar. Benaías, que no llevaba más que un palo, le arrebató la lanza y lo mató con ella.
Por cierto, el rey Og de Basán fue el último de los refaítas. Su cama era de hierro y medía nueve codos de largo y cuatro codos de ancho. Todavía está en Rabá de los amonitas.
»Fui yo quien destruí a los amorreos delante de ellos; aunque eran altos como el cedro y fuertes como la encina; destruí su fruto arriba y sus raíces abajo.