»No obstante, cuando ustedes vieron que Najás, rey de los amonitas, los amenazaba, me dijeron: “¡No! ¡Queremos que nos gobierne un rey!”. Y esto, a pesar de que el Señor su Dios es el rey de ustedes.
Entonces Ben Adad le propuso: —Te devolveré las ciudades que mi padre le quitó al tuyo y podrás establecer zonas de mercado en Damasco, como lo hizo mi padre en Samaria. Acab respondió: —Sobre esa base, te dejaré en libertad. Y así firmó un tratado con él y lo dejó ir.
Entonces preguntaron: «¿Cuál de las tribus de Israel no se presentó ante el Señor en Mizpa?». Y resultó que ninguno de Jabés de Galaad había llegado al campamento para la asamblea,
—Nos hemos dado cuenta de que el Señor está contigo —respondieron—. Por eso, queremos proponerte que hagamos entre nosotros un trato bajo juramento. Ese pacto será el siguiente:
»No hagan caso a Ezequías. Así dice el rey de Asiria: “Hagan las paces conmigo y ríndanse. De esta manera cada uno podrá comer de su vid y de su higuera y beber agua de su propio pozo,
Después de consolidar su reinado sobre Israel, Saúl luchó contra todos los enemigos que lo rodeaban, incluso contra los moabitas, los amonitas, los edomitas, los reyes de Sobá y los filisteos; y a todos los vencía
Entonces David pensó: «Debo ser leal con Janún, hijo de Najás, tal como su padre lo fue conmigo». Así que envió a unos mensajeros para darle el pésame por la muerte de su padre. Cuando los mensajeros de David llegaron al país de los amonitas,
Cuando David llegó a Majanayin, allí estaban Sobí, hijo de Najás, oriundo de Rabá, ciudad amonita; Maquir, hijo de Amiel, que era de Lo Debar; y Barzilay, el galaadita, habitante de Roguelín.
Todos los judíos que estaban en Moab, Amón y Edom, y en todos los otros países, se enteraron también de que el rey de Babilonia había dejado un remanente en Judá, y que había nombrado como gobernador a Guedalías, hijo de Ajicán y nieto de Safán.
se levantaron todos los valientes y rescataron los cuerpos de Saúl y de sus hijos. Los llevaron a Jabés, sepultaron sus huesos debajo de la encina de Jabés y guardaron siete días de ayuno.