Toda buena dádiva y toda perfecta bendición descienden de lo alto, donde está el Padre que creó las lumbreras celestes, y quien no cambia ni se mueve como las sombras.
Saúl se dirigió entonces hacia allá, pero el Espíritu de Dios vino también sobre él, y Saúl estuvo en trance profético por todo el camino, hasta llegar a Nayot de Ramá.
Luego se quitó la ropa y, desnudo y en el suelo, estuvo en trance en presencia de Samuel todo el día y toda la noche. De ahí viene el dicho: «¿Acaso también Saúl es uno de los profetas?».