¿Acaso no tenemos derecho a comer y a beber?
Tampoco hemos buscado honores de nadie, ni de ustedes ni de otros.
Quédense en esa casa, coman y beban de lo que ellos tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa.
Recordarán, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas para proclamarles el evangelio de Dios y cómo trabajamos día y noche para no serles una carga.
El que recibe instrucción en la palabra de Dios comparta todo lo bueno con quien le enseña.
ni bolsa para el camino, ni dos mudas de ropa, ni sandalias, ni bastón; porque el trabajador tiene derecho a su sustento.
No he codiciado ni la plata ni el oro ni la ropa de nadie.
Esta es mi defensa contra los que me critican:
y al ponerse el sol quedará puro. Después de esto podrá comer de las ofrendas sagradas, porque son su alimento.