Imítenme, así como yo imito a Cristo.
Hermanos, sigan todos mi ejemplo y fíjense en los que se comportan conforme al modelo que hemos dado.
Ustedes se hicieron imitadores nuestros y del Señor cuando, a pesar de mucho sufrimiento, recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo.
Por tanto, les ruego que sigan mi ejemplo.
No sean apáticos; más bien, imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.
Y lo hicimos así no porque no tuviéramos derecho a tal ayuda, sino para darles buen ejemplo.
Hagan como yo, que procuro agradar a todos en todo. No busco mis propios intereses, sino los de los demás, para que sean salvos.