Antiguamente existía en Israel esta costumbre: cuando se trataba del derecho de rescate o de intercambios, uno se quitaba su sandalia y se la daba al otro para cerrar el trato. Y así se daba fe.
Así pues, el rescatador dijo a Boaz: —Compra tú la parcela. Luego se quitó la sandalia y se la dio.