Entonces Boaz tomó a Rut y la convirtió en su esposa. Se unió a ella y el Señor hizo que concibiera y diera a luz un hijo.
Entonces Abrahán oró a Dios que sanó a Abimélec, a su mujer y a sus concubinas para que de nuevo pudieran tener hijos,
Isaac suplicó al Señor por su mujer, porque era estéril. El Señor oyó su oración y ella quedó embarazada.
Cuando el Señor vio que Lía no era amada, la hizo fecunda, mientras Raquel seguía estéril.
Pero Jacob se enojó mucho con ella y le dijo: —¿Crees acaso que soy Dios? Es él quien te ha impedido tener hijos.
Después Esaú alzó la mirada y fijándose en las mujeres y los niños, preguntó: —Y estos, ¿quiénes son? Jacob respondió: —Son los hijos que Dios ha concedido a tu siervo.
él da un hogar a la estéril, feliz al ser madre de hijos. ¡Aleluya!
Son los hijos herencia que da el Señor, son los descendientes una recompensa.
Bien, hija, no te preocupes, que haré por ti lo que me pides, pues en el pueblo todos saben que eres una gran mujer.
Que por la descendencia que el Señor te conceda de esta joven, tu familia sea como la de Peres, el hijo que Tamar dio a Judá.
Este es el niño que pedía y el Señor me ha concedido la petición que le hice.
Los hartos se alquilan por pan y los hambrientos se sacian: la mujer estéril da a luz siete hijos y la madre fecunda se marchita.